No puedo sacudirme la sensación de que nuestras percepciones e intuiciones no pueden comprender lo que realmente está sucediendo en este momento. Estamos en un épico concurso por la existencia. Somos conscientes de esto de manera periférica, pero estamos anestesiados por la normalidad. La rareza y la singularidad de nuestra existencia consciente superan nuestra capacidad de entender. Hemos heredado toda clase de códigos culturales sobre cómo pensar acerca de la vida, la muerte y el significado. No me creo nada de eso. Ya sea que lo reconozcamos o no, somos jugadores en un juego. Es el juego más épico de nuestra galaxia: la inteligencia sintiente. El tablero tiene 100,000 años luz de diámetro y cuenta con unos pocos cientos de miles de millones de estrellas. No lo sabemos, pero hasta donde podemos decir, somos los únicos jugadores en el tablero en este momento. Hay ilusiones de paz. Las cafeterías están abiertas, los mercados están en movimiento, la política es ruidosa. La magnitud de lo que está sucediendo no puede ser vista excepto por observadores cuidadosos. Incluso entonces, nuestros cerebros son lineales y el progreso es exponencial, cegando a los más sabios y sobrios para ver lo que realmente está sucediendo. Necesitamos algo nuevo que nos despierte de nuestra hipnosis y trabaje con un vigor que desafíe incluso nuestra propia comprensión.